...under the cold street light...

La mano no me tiembla mientras acerco la cerilla al cigarro que cuelga de mis labios. El resto del cuerpo, sí. Hace frío aquí fuera y el pijama no basta. Aspiro la primera calada para calentarme los pulmones y las ideas y apago la cerilla con un movimiento de la mano. Siempre me dijeron que soplar para apagarlas era un acto típico de mujeres.
Guardo la cerilla en el bolsillo de la chaqueta del pijama, y mis dedos rozan el paquete lleno de anuncios de muerte inminente. Siempre doy la vuelta a los cigarrillos en el paquete para poder sentir el las hojas de tabaco, rugosas y no la suavidad del filtro. Maníatico, suelen decirme. Yo lo considero más un ejercicio de tacto.
Doy tres pasos al frente. No. Seis a la derecha. Tampoco: en ese sitio estuve en Febrero, un martes. Y no vi nada. Tres pasos atrás. Me agacho. Muevo un poco la cabeza hacia la izquierda. Dos grados más. Aspiro. Ahí está, un nuevo ángulo.

Miro la casa, mi casa, como si fuera la primera vez. Ha llovido, la luz es nueva, la mezcla de la luna, las farolas y lo que queda de lluvia: el ángulo es nuevo. Y escruto cada centímetro en busca de una imperfección, una grieta, algo que me indique que el edificio tiene algún fallo. Porque he construido una casa perfecta y no sé como sobrevivir a ello. Porque soy arquitecto y, después de esta casa, no he podido diseñar nada más. Rompo planos, quemo proyectos. Todo cenizas.

Y como no puedo destruirla ( mi mujer, mis hijos, mi psiquiatra, no me dejan), pierdo las noches buscándole defectos. Que sé que no existen, pero no pierdo la fe. Un día, un curioso juego de luces o quizá mi imaginación, encontraron una grieta, bajo la ventana del segundo piso, la vi, a casi 20 metros. Era verano, recuerdo. Y, a pesar de tener el sol de frente, de tener la sed como compañera fiel y de crear melodías en mi cabeza con el canto de las cigarras, la encontré.

Cualquiera en mi lugar habría parado un momento a saborear el momento de la victoria, pero mis pies fueron más rápidos, y, de repente, entraba por la puerta, subía escaleras, giraba la izquierda, atravesaba el cuarto de los niños ( la puerta, perfecta, las escaleras, perfectas, la izquierda, perfecta, el cuarto, perfecto) y agarré el tirador de la ventana. Asomé medio cuerpo, alargué el brazo y toqué, para creer, como un Santo Tomás cualquiera. Pero no había llaga. La superficie no se abría en ningún punto, miré mi mano, incrédulo. Una mancha negra. No era una grieta, era una línea dibujada como travesura. Que para mí era otra frontera que no podía atravesar.

Por eso vengo aquí, casi cada noche, a esta acera de enfrente a mirar mi obra maestra. Escudriño cada ladrillo. Cada recodo. Cada centímetro. Y, cuando está a punto de amanecer, vuelvo a entrar, sin mirar hacia arriba, sin dejar que piense que ha vuelto a vencer. Y duermo. Y sueño que vuelvo a diseñar edificios imperfectos. Porque, hasta éste, todos mis edificios contaban con fallos dejados a propósito. Nunca nadie se fijó. La gente pide paredes y techo y no se preocupa de la perfección. Y ese fue mi error, quedarme con la perfección. Y ahora no soporto las paredes y los techos. Y tengo que mirarlos desde fuera. Esperar a que algún día, tras el último cigarro, me griten los ladrillos, cruja la madera o se desplome el balcón sobre la acera.

Mj

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* Para Aarón, porque se queja de que nunca le he dedicado nada por todas las veces que se ha dejado ganar.
10 Responses
  1. El Pistolero Says:

    Hay una cosa que siempre me maravillará de tus historias: parten de premisas imposibles, el enfoque es tan increiblemente perfecto que luego ya van como la seda.

    Un hombre obsesionado por haber creado algo tan perfcto que tirará por tierra cualquier trabajo posterior, una casa que noche tras noche se acuesta sabiendo (quizás riendo a escondidas) que ha vencido una vez más. Es tan trágico..

    Me gusta tanto, prima, que me dejaré ganar las próximas cincuenta veces, ya veras.

    Gracias!!!!!!

    PD: Estás en forma, afirmo...


  2. W. Says:

    "Levantate y anda" y solo se le ocurrio darle un martillazo a su obra maestra.

    Francamente original, de verdad, de donde sacas estas ideas? el insomnio, tal vez...

    (quiza el defecto eran las vistas de la casa. Quiza no daba al mar)


  3. Mj Says:

    :) explicación al comentario de W. para todos aquellos que no vivimos rodeados de arte ( envidiaaaaaaaaaa, envidiaaaaaaaa)


    http://es.wikipedia.org/wiki/Mois%C3%A9s_de_Miguel_%C3%81ngel


  4. JuAntonio Says:

    Antes de leer.. hice un pequeño análisis de la imagen. Y sí. Me llamo la atención la perspectiva de la foto.. desde el cesped, sacando todo el camino que lleva a la casa, con esas ventanas.. y luego ese tejado.. y por fin, ese cielo azul con nubes más q blancas blanquísimas. Empiezo la lectura y me falta tiempo para imaginarme al tipo en la acera agachado buscando la imperfección de lo q sabe no la tiene.
    La historia, corta y genial. Dicen que lo breve si es bueno.. y pocas veces lo es. Tú has sabido hacerlo y muy bien.
    Gusta, después de mil vueltas en la cama, encontrarse con una historia así.

    Gracias!


  5. Anónimo Says:

    Dile a tu prota que deje de pagarle al psiquiatra. Partiendo de la premisa de que la perfección no existe, ésta sólo estaría en los ojos del que mira. Para él es una casa perfecta, pero... ¿y para el resto del mundo? Tal vez le importe un bledo lo que piensen los demás (ole por él en ese caso), pero... viéndolo desde ese punto de vista, tal vez pueda llegar a ver algún resquicio de fallo, ¿no? Por otro lado... ¿qué clase de cochino se guarda la cerilla usada en el bolsillo del pijama? :S jajaja

    Bueno, chorradas de las mías al margen, es impresionante la manera en la que escribes y cómo describes. Me ha encantado el personaje, con sus manías y sus cosas. ¡CHAPEUA! Otra cosa no puedo decir.

    Un besote!!


  6. Jan Lorenzo Says:

    Que agonico resultaría saber que has creado la perfección y tener la seguridad de que jamás podrás volver a hacerlo, no?? Agónico y triste, muy triste vivir tratando de encontrar un defecto en la obra que has creado para ser feliz y pensar que puedes seguir mejorando...

    Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.


  7. Pugliesino Says:

    Bien podrían enmarcarlo en el vestíbulo del Colegio Oficial de Arquitectos. Un texto en el que me quedo buscando una grieta por donde mi lectura tropiece, hendiduras, carencias que hagan necesario un refuerzo de comprensión, pero nada, el texto discurre fluido, como un bello momento.
    En tu línea eMJi
    Un abranin!


  8. Anónimo Says:

    Me gusta mucho la idea de la perfección y la imperfección, y cómo la primera se puede volver insoportable. Al fin y al cabo somos seres imperfectos, ¿no?

    Me ha encantado el relato ^^


  9. tormenta Says:

    muy bueno, impacta tanto el tema como la forma que tienes de narrarlo, una primera persona que te absorbe.
    me alegra haber pasado por aqui.

    un beso, bonita :)


  10. Anónimo Says:

    "Mis imperfecciones son lo que me hacen única". Pero la casa, al ser perfecta, también es única. Porque las cosas perfectas son imposibles, todo se puede mejorar, siempre, pero algún día tendría que existir algo inmejorable. Y tu historia lo confirma.

    Nota al arquitecto- si tan obsesionado estaba con su casa perfecta, que hubiese construido una caseta de perro imperfecta, y contrastaría la perfección de la casa!

    Un saludo :)