Her eyes, that's where hope lies

Ella tiene la piel del color de la tierra con la que él entierra disimuladamente el cigarro que acaba de fumarse a escondidas.
Todo le recuerda a ella y la espera se hace insoportable.

Un reloj de arena vacío en el escaparate en el que vigila que ni un solo pelo de su cabeza se mueva ( ha sido casi una hora la que ha empleado en darle ese brillo y la correcta forma a las patillas) parece reirse de él. Pero ya se ha acostumbrado a su ironía. Sin reloj. Y todo el tiempo del mundo para esperar.

En su cabeza, la imagina llegar, con paso torpe subida en unos tacones heredados de alguna hermana mayor. Una mano en el bolsillo, sudando, de nervios. En la otra, un bolso de mano, con el asa ajada de la fuerza con la que sus dedos, casi desollados, se aferran.

Mira de nuevo su imagen en el cristal, y se imagina junto a ella. El roce de su manga contra la suya. El delicado perfume que no puede llevar y que sustituye por ese olor a jabón que le acompaña por las mañanas en la oficina, cuando ella sólo es un recuerdo.
Planea sus palabras, las vocaliza sin decirlas, quiere que ella las oiga y no caigan en oídos ajenos. Se mira las manos. Sus vasos palpitan en cada latido, desbocados. Falta cada vez menos.
Esperar, esperar, esperar.

Y, entonces, ocurre..." ¡¡Pasajeros, al tren!!". Y el tren, ese mismo tren que cada día a las 19:58 exhala por una chimenea virutas de carbón muerto y que a él y a ella les da la vida.
Él se gira, automáticamente, en un gesto que lleva repitiendo ya demasiados días. Y la ve entrar al andén número 7. Los labios rojos, la mirada, baja. No tiene que buscarle, sabe que está ahí. El bolso de viaje, vacío, aparenta pesar una vida entera.

Avanza hacia ella, mirándola fijamente, con ese miedo que le asalta cada día, a las 19:58. Ese miedo que le grita que hoy ella no se parará. Pero lo hace. Se detiene. Cambia el bolso de mano.
Y le abraza.
Cierra los ojos, aspira el olor de su pelo y se traba al intentar decir del tirón las palabras que lleva preparadas desde casa, que allí han quedado apuntadas en un papel y aquí se diluyen entre las despedidas ajenas.

A su lado, unos guardias les miran fijamente. Se encargan, normalmente, de evitar ese tipo de acercamientos. Pero están en una estación. Y nunca actúan si se trata de una despedida.

Ella sonríe al escucharle. No dice nada, no sabe inventar palabras como él. Pero sonríe e intenta guardarse algo del calor de su abrazo mientras observa timidamente a los guardias que ni los miran. Son una despedida más en la estación. Salvo que ninguno de ellos cogerá ese tren.

En un arranque de inspiración, la besa. Ella, sorprendida, deja caer el bolso, que se abre y deja entrever el interior, vacío.
Vuelve a reir, entre el pánico y la diversión.

Se miran por última vez. Él avanza hacia la salida de la estación mientras ella entra en el vagón 3, recorre lo que le parece un puente levadizo y sale por el vagón 8, andén 12, de vuelta a casa, con su bolso vacío. Son las 19:59 y el tren se marcha.

Comprueba de nuevo los horarios de los trenes del día siguiente. 19:58. Y sonríe, de nuevo porque un pensamiento absurdo ocupa su cabeza: mintió al decirle que dejaría de fumar.
Mj

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5 Responses
  1. Mj Says:

    A veces la inspiración está sólo a un concierto de distancia :)


  2. Pugliesino Says:

    De las andanzas y desventuras de un cigarro,desde su muerte por aplastamiento hasta su reaparición en labios de ella :)
    La próxima vez como además del beso decida dejar todo e irse con ella...
    Ya echaba de menos desde aquellas pinturas en la acera y el fantasma acechando tus relatos
    Tu inspiración sabe a buen café ;)

    Un abrazo!


  3. ¿Sabes por qué me ha gustado? porque me ha puesto a pensar en lo que no está escrito, generalmente me quedo con las palabras y evoco lo que leo, pero esta vez, lo leí, pensé, y coloqué "volver a entrada original" para repetir detenidamente la lectura. Me supo a fantasmas, que se encontraban en el tiempo no tiempo, repetido todos los días, tras la muerte de ambos. Me supo a amantes, que solo tenían ese pequeño espacio (multiplicado en mil, porque así es el amor). Al mismo escrito le he dado varias interpretaciones. No me suele pasar el que me vaya más allá de las palabras, creo que por eso me ha gustado tanto.
    Ojalá se repita la ocasión de leerte, aunque entiendo, la inspiración es una musa, que se volatiliza con más frecuencia de la que uno desea.
    Muchos saludos, desde el otro lado del charco!!!


  4. Hola, Mariajo. Te dejo un recadito en mi blog: http://antonionorbano.blogspot.com/2008/08/seis-cosas-que-me-hacen-feliz.html
    Un abrazo,
    ANTONIO


  5. Paula Says:

    ¿y como me habia perdido yo esto?

    Que dulzura de historia. Cuanto me ha gustado.

    =)

    Me seguiré pasando por aquí para encontrarme sorpresas como esta, asi da gusto.

    Besotes!