Abrió los ojos, dolorido. Cada día le costaba un poco más empezar a moverse. Pudo sentir como todos y cada uno de sus huesos crujían en melodía al intentar levantarse. Fue al baño: la imagen que el espejo le devolvía era la de una arruga con un signo de interrogación en la mirada. Las canas aumentaban al mismo ritmo que su memoria iba desapareciendo.
Animado por el sol que se intuía tras los cristales de aquella casa que conocía desde su niñez, agarró el bastón y salió a la calle, a respirar algo de vida. Según se dirigía al parque, comenzó a sentirse mejor. Sentado fingiendo leer un periódico mientras espiaba vidas ajenas, recordó que tenía que ir a trabajar. Decidió ir andando y olvidó el bastón.
Al llegar a la oficina, le recibieron siete secretarias con todo dispuesto para que, un día más, mandara sobre todos ellos con la misma firmeza que un general sus tropas. Reverenciado por todos los que se encontraba a su paso, se divirtió con su papel de déspota durante un rato. Dos horas después, ocupaba un pequeño cubículo de oficinista en la tercera planta de aquel mismo edificio, sin saber muy bien si él era él o era el que estaba cinco sitios más allá, tecleando a su mismo ritmo, con su misma corbata, con su misma idea de que, con tesón y perseverancia, algún día conseguiría llegar a esa última planta reservada a los que eligen por los demás.
Llegaba tarde, como siempre, a comer. Allí le esperaba ella, con esa mirada que sólo las mujeres a cierta edad han conseguido desarrollar, y que acaba siendo enterrada por unas patas de gallo a las que les quedan tiempo aun para manifestarse. Su risa, ¡ay!...aquella risa le decía que pasaría con ella el resto de su vida, que sus esfuerzos en aquel odioso trabajo nuevo serían recompensados cuando tuvieran lo suficiente para estar juntos sin depender de nadie más.
La abandonó en plena siesta para poder llegar a clase en la Universidad. “Tienes que aprovechar estos años”, le decían siempre, “lo que aprendas aquí será siempre una lección para la vida” . Y se esforzaba estudiando, pensando que de algo tendría que servir, finalmente. Que, al salir de allí el mundo estaría en sus manos, que se tendría a sí mismo como frontera y el tiempo como aliado.
Salió, lleno de energía que quemar: había quedado con sus amigos para jugar, como cada tarde, al fútbol y hablar de ese tema inagotable: las chicas. El baile de hormonas le tenía entretenido hasta que la tarde terminaba y llegaba a casa corriendo por la calle como el superhéroe del cómic que compraba en la esquina, con el poco dinero que llevaba en sus pantalones cortos.
Una vez en casa, hacía los deberes mientras su madre le preparaba la cena y, de fondo, los dibujos animados hacían un hueco a los pájaros de su cabeza.
Se esmeraba en aprender bien a dibujar las letras con redondez perfecta, para poder escribir su nombre.
Tempranito, a la cama, donde su padre le cuenta cuentos de los que no alcanza a comprender cada palabra , en su escueto vocabulario de monosílabos y palabras parecidas a las de los mayores, pero en su traducción libre.
Y es entonces, con el dedo en la boca, cuando se presenta la bruja. Parece sacada de un de esos libros de la estantería a la que no llega mientras gatea y siempre le ofrece un deseo, advirtiéndole a él, ejemplo de inocencia, que todo tiene sus consecuencias. Y cierra los ojos con fuerza. Y sólo piensa una cosa…quiero ser mayor.
Animado por el sol que se intuía tras los cristales de aquella casa que conocía desde su niñez, agarró el bastón y salió a la calle, a respirar algo de vida. Según se dirigía al parque, comenzó a sentirse mejor. Sentado fingiendo leer un periódico mientras espiaba vidas ajenas, recordó que tenía que ir a trabajar. Decidió ir andando y olvidó el bastón.
Al llegar a la oficina, le recibieron siete secretarias con todo dispuesto para que, un día más, mandara sobre todos ellos con la misma firmeza que un general sus tropas. Reverenciado por todos los que se encontraba a su paso, se divirtió con su papel de déspota durante un rato. Dos horas después, ocupaba un pequeño cubículo de oficinista en la tercera planta de aquel mismo edificio, sin saber muy bien si él era él o era el que estaba cinco sitios más allá, tecleando a su mismo ritmo, con su misma corbata, con su misma idea de que, con tesón y perseverancia, algún día conseguiría llegar a esa última planta reservada a los que eligen por los demás.
Llegaba tarde, como siempre, a comer. Allí le esperaba ella, con esa mirada que sólo las mujeres a cierta edad han conseguido desarrollar, y que acaba siendo enterrada por unas patas de gallo a las que les quedan tiempo aun para manifestarse. Su risa, ¡ay!...aquella risa le decía que pasaría con ella el resto de su vida, que sus esfuerzos en aquel odioso trabajo nuevo serían recompensados cuando tuvieran lo suficiente para estar juntos sin depender de nadie más.
La abandonó en plena siesta para poder llegar a clase en la Universidad. “Tienes que aprovechar estos años”, le decían siempre, “lo que aprendas aquí será siempre una lección para la vida” . Y se esforzaba estudiando, pensando que de algo tendría que servir, finalmente. Que, al salir de allí el mundo estaría en sus manos, que se tendría a sí mismo como frontera y el tiempo como aliado.
Salió, lleno de energía que quemar: había quedado con sus amigos para jugar, como cada tarde, al fútbol y hablar de ese tema inagotable: las chicas. El baile de hormonas le tenía entretenido hasta que la tarde terminaba y llegaba a casa corriendo por la calle como el superhéroe del cómic que compraba en la esquina, con el poco dinero que llevaba en sus pantalones cortos.
Una vez en casa, hacía los deberes mientras su madre le preparaba la cena y, de fondo, los dibujos animados hacían un hueco a los pájaros de su cabeza.
Se esmeraba en aprender bien a dibujar las letras con redondez perfecta, para poder escribir su nombre.
Tempranito, a la cama, donde su padre le cuenta cuentos de los que no alcanza a comprender cada palabra , en su escueto vocabulario de monosílabos y palabras parecidas a las de los mayores, pero en su traducción libre.
Y es entonces, con el dedo en la boca, cuando se presenta la bruja. Parece sacada de un de esos libros de la estantería a la que no llega mientras gatea y siempre le ofrece un deseo, advirtiéndole a él, ejemplo de inocencia, que todo tiene sus consecuencias. Y cierra los ojos con fuerza. Y sólo piensa una cosa…quiero ser mayor.
Mj
Esto y más en Cuentacuentos
*Hace un año que comencé con esta aventura, cuando llegué por casualidad a una página en la que nos acogieron a mí y a mis palabras. Un año lleno de historias propias y ajenas, de amigos escondidos entre las redes. Gracias a todos por acogerme y seguir leyéndome a pesar de las paranoias que me monto cada semana. No os libraréis fácilmente :)
Ouch!!! Una pecera!
Al principio me ha recordado a eso de que la vida sería mejor al revés... Pero conforme ha ido avanzando se me ha antojado un relato dulce. ¡Pero se equivocó de deseo!
¿Porque no seguir escuchando cuentos de la voz de su padre?
Felichidades por tu añito!!!!!!!!!
Besos!
Primero, felicidades!!!!
Y bien, como la propuesta de la semana era muy original y tú eres muy original, el cuento tenía que estar bien sí o sí. Genial la forma en la que has interpretado esa historia al revés y el modo en que has enlazado con cada acción el paso (inverso) de los años, aunque se te ha visto el plumero en cuanto se ha sentado y se sentía mejor, o más joven, no me acuerdo, jajaja
Y lo mejor, el deseo del niño... ay, yo quiero que mi vida sea más divertida!!
besos :D
¡Happy Birthday to youuu!...(repeat).Bonito relato. Besitos.
Enhorabuena por ese añito ya!! Y que mejor forma de celebrarlo que publicando esta pedazo de historia!!!
Alguien debería enseñarle a ese niño que los deseos concedidos por brujas siempre esconden un lado oculto... Que es mejor esperar a una Hada... Sí, a esas chiquitinas con alas de colorines... Ellas no esconden nada... Me harías el favor de decírselo??
Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.
Si señor del revés y lo rápido que se llega al dolor.
Por cierto en clases y pensando en series "Perdida" y pensar que de viejita podrías ser mi doctora, mi único aliciente es que te reconoceré y seré una viejita de esas impertinentes, impertinentes una "Perdida"
Que bien me lo paso contigo
beso enorme Yudenia
Vaya en un momento, con fugacidad envidiable y en unas pocas líneas nos has narrado toda una vida de la "a" a la "z" jajaja.
Felicidades por tu primer año en El cuentacuentos. Seguro que cumples muchos más porque relatos e ideas no te faltan para ello.
Un abrazo enorme
Un magnífico relato de aniversario. ¡Felicidades!
Me encanta tu página, el diseño, tu top 10 de canciones, TODO!! Te ha quedado preciosiiiisiiima!!
Esto me recuerda a eso que decían de que primero había que ser viejo y luego nacer... jijiji... una alternativa interesante al reto de la semana, muy bien resuelto y con mucha agilidad.
Besitos!!
Has superado el reto con creces! Guauuu, me ha encantado esta vida justo del revés, y el final con ese deseo, genial. Yo nunca pedí hacerme mayor, pero, ¿los sueños se podrían hacer realidad?
¡Felicidades por el añito!
Buenos días y felicidades por el aniversario. ¿La tarta para cuando? Esta tarde no puedo así que, si quedáis, guardame un trocito para mañana, ¿vale? ¡No te olvides de mi!
El relato genial. Me ha gustado mucho, mucho.
¿Tiene un mensaje "oculto" el hecho de que sea la bruja y no un hada la del deseo? Por curiosidad...
Muy bueno, como siempre. Gracias.
Cerezas, cerezas, cerezas. Esta semana, muchas cerezas.
Queralt.
Me ha parecido muy original, ujna vida del reves, en especial esa sensación que me ha quedado de fugacidad del tiempo del reves, ¡Ese entrtar siendo jefe y terminar en un cubículo!(igual soy yo que veo cosas que no son) Además esta contado con mucho encanto, vamos, que me ha gustado.
Un abrazo,
Pedro.
FELICIDADES!!!!! eMJiiiii!!! Por el aniversario, por tu blog, donde casi llega a escucharse el sonido del agua que produce la pecera de los sueños de colores, por la frescura de una sonrisa que apaga todo conato de tristeza en quien te lee no exenta de solidaridad con los problemas y coraje para denunciar lo injusto y abusos sin miedo alguno. El paso del tiempo reflejado en tus palabras no establece limites entre el pasado y el presente, no divide a estos del futuro, tu relato es un mar en donde éste es el protagonista, y no el tiempo, con un mismo e intacto objetivo: Vivir, y con mas ilusión aún cada día.
Genial eMJi!!
Un abrazooo!!!
Soy un poco como el conejo blanco ese de ...blancanieves iba a decir!!!XD..ainhs...como estoy jajaja...dela otra..si la Alicia...siempre tarde...(neuronas!despertad!no me hagais estos lios!) como es costumbre por aqui: genial, nunca te libras de un sincero aplauso...besitos!felicidades portu añito que seme olvidaba! (propuesta para quien tenga que decirdirlo: porque no podriamos vivir la vida normal...y luego darle a rebobinar como en el relato de mj y vinir otra vez pero "séver la"? Sería toda una experiencia!